martes, 23 de septiembre de 2014

tomar jugos verdes

 
  Una de las cosas que me preocupaba hace un tiempo era que sentía que mi cuerpo estaba rechazando cada vez más las carnes blancas y pescados. Había dejados las carnes rojas hacía 5 años, pero me rehusaba a dejar las otras por el hecho de que sentía que mi cuerpo de corredora las iba a necesitar siempre.
  No quería volverme vegana o vegetariana, sin encontrar una dieta que se ajustara a mis necesidades: ser mamá, trabajar independiente y entrenar seis días por semana para correr maratones. Me daba miedo quedarme sin energías.
  Hasta que conocí esto de la alimentación crudivegana. Dejé las carnes blancas, los pescados, mariscos y huevos, aunque si alguna vez sintiera que los necesito o los quiero comer, los comería. Por ahora estoy bien así.
  Como algunas cosas cocidas como la quínoa, el arroz (integral o bazmati), las legumbres (si es que no las germino) y las papas. El resto es pura alimentación cruda que proviene de la naturaleza: frutas, verduras, semillas, frutos secos y algas.
  Y la verdad es que al incorporar alimentos como la chía, la spirulina, la avena orgánica cruda, el cacao crudo, la maca en polvo y otros, me he sentido más energizada que nunca. Además, he tenido menos lesiones que antes. Quizás eso ha sido suerte o mucha elongación, pero así ha sido.
  Todos los días antes de salir a trotar me tomo un vaso de agua limpia tibia con el jugo de medio limón, y a veces le agrego 1 cucharadita de bicarbonato de sodio. Esto limpia y alcaliniza el organismo.
  Cuando vuelvo, después de trotar una hora, a veces más, hago mi rutina de ejercicios y elongaciones, y después me preparo mi jugo verde.
  En general lo preparo con el extractor de jugo, así me queda un jugo liviano, reponedor y que me quita la sed. Me llena de energía y ha hecho que los resfríos y virus que me trae Pedro del jardín infantil, se mantengan alejados.
  Además la piel, el pelo y las uñas se me han vuelto más firmes, tengo la temperatura corporal cada vez más regulada (antes era extremadamente friolenta) y despertar en la mañana se volvió un acto lleno de energía, en vez de flojera.
  Salgo a trotar sin sueño y me acomodo rápidamente al ritmo, he aumentado mi velocidad y resistencia. Yo se que eso es producto del esfuerzo y constancia, pero ese esfuerzo y constancia han sido posibles gracias a mi cambio alimenticio.
  Cada uno tiene que encontrar su camino, su sistema. Yo los invito a escuchar y sentir su cuerpo, a no dejarse llevar por la rutina y comer porque si, a cuestionarse su dieta y hacer cambios que sientan necesario para tener un cuerpo más lleno de vida y una mente más atenta.

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