Cuando uno toma decisiones importantes
en la vida muchas veces quiere que todos le encuentren razón, que opinen igual
y que apoyen lo que uno decide.
Pero cuando son decisiones
alimenticias, aunque uno crea fehacientemente que es por el bien de uno y de
los demás, yo creo que cada cual debe ser libre de elegir.
Hay muchas personas que llegan a viejas
sin haber hecho nunca deporte, sin preocuparse de ponerse crema para el sol y
sin cuidar su alimentación, como mi abuela de 89 años, que está muy bien para
su edad. Así es que, aunque yo crea que el crudiveganismo es la mejor opción
para mi cuerpo y mi mente, para muchos otros no es así, y tienen vidas sanas y
felices también.
Yo tengo dos hijos y un marido que me
encantaría que me siguieran en todo lo que hago y decido. Pero con Nicolás
hemos optado por criar a nuestros hijos en libertad, creemos que la vida debe
ser libre, pero con responsabilidades y haciéndose cargo de las consecuencias
de los actos.
Es por esto que en mi casa, mientras
mis hijos sean chicos y no decidan, comerán de todo. Claramente intento que coman sano, les agrego semillas,
les cocino con aceite coco, activo los frutos secos que van a comer y trato de
que todas las mañanas tomen jugos verdes o de frutas.
Pedro (de cuatro años) va al jardín,
donde tienen colaciones compartidas, compañeros que le dan a probar de lo que
llevan y cumpleaños donde comer un sinfín de procesados. Es un niño, es parte
de una sociedad y queremos que se desenvuelva en ella con libertad. Pero se da
cuenta de lo que es sano y lo que no lo es, se lo hemos inculcado. Quizás,
cuando sea más grande decida comer algunas cosas y otras no, será su decisión.
La Juana (de un año nueve meses) es
alérgica alimentaria múltiple y de a poco ha ido incorporando alimentos a su
dieta: proteínas, carbohidratos, frutas y verduras. Cuando tenga edad para
decidir, también lo hará. Por ahora me roba la mitad de mi jugo en la mañana,
le encanta el sésamo crudo en sus comidas, el coco y los mulberries en su fruta
de postre.
Nicolás toma jugo verde todas las
mañanas que no sale apurado a trabajar, le encanta, y goza probando todas las
recetas que yo preparo y pruebo, pero a veces las acompaña con carnes o
pescado. Come sano, pero también disfruta de algunos procesados y lácteos.
Entre los dos tenemos un acuerdo de no
molestarnos el uno al otro con la alimentación, de respetarnos, y hemos logrado
encontrar restoranes donde comemos felices los dos y recetas que nos gustan a
ambos. Aunque muchas veces en mi casa hay menú diferente, sólo es cosa de
organización y creatividad.
No podemos pretender que todos cambien
con nosotros, aunque sí podemos introducirlos en algunos pequeños cambios!
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