Comúnmente en mi refrigerador tengo
leche de almendras hecha por mí. Al principio me parecía más trabajoso hacerla,
pero una vez que se transformó en parte de mi rutina, se ha hecho fácil y rico.
El proceso me hace detener el tiempo por un rato y poner todo el cariño en lo
que estoy haciendo, dejándome llevar por el quehacer manual.
Empecé a tomar esta leche cuando me
descubrieron una intolerancia severa a la lactosa. Según el gastroenterólogo
que me vio, con sólo oler la mantequilla me hinchaba y me dolía la guata. Me
recetó varios remedios de por vida y me rehusé a hacerle caso. Tenía 28 años y
no me parecía nada sano estar tomándolos para siempre.
Así, empecé una búsqueda hacia otro
tipo de alimentación acorde a mi cuerpo. Esto, sumado a las alergias de mis
niños, me llevó al camino de la alimentación consciente. Dejé los lácteos, con
algunas recaídas, como conté anteriormente, y me encanté con la leche de
almendras y su proceso.
Las almendras son fuente de
grasas saludables, vitamina E, ayudan a controlar el colesterol, protegen el
corazón y fortalecen los huesos,
entre otros beneficios.
Podemos comerlas solas, en ensaladas o
usarlas para preparar leche.
La leche se puede tomar sola, endulzada
(ojalá con jarabe de agave, miel, estevia o jarabe de yacón), saborizada (con
canela, vainilla, frutas o cacao crudo en polvo), o bien se puede usar para
preparar desayunos con avena y frutas, que es como siempre la consumo yo.
Aquí les dejo la receta, que también
sirve para hacer leche con semillas de sésamo, semillas de zapallo, semillas de
maravilla, castañas de cajú, nueces o avellanas. Lo más importante es que
escojan estos frutos secos naturales, sin tostar, para la preparación.
-
1 taza de almendras
naturales activadas (se dejan remojando desde la noche antes en agua “limpia”)
-
¾ litro de agua (se
puede poner más o menos agua, dependiendo la densidad que prefieran)
-
saborizantes
naturales como: canela, vainilla, miel, clavo de olor, anís, cardamomo, jarabe
de agave, jarabe de yacón.
Poner en la juguera el agua con las almendras y las
especies escogidas, luego licuar.
Después, filtrar la mezcla con una
bolsita de malla (la pueden hacer, comprar en www.lovinglife.cl o en Planta
Maestra). Poner todo el líquido en la bolsa y cerrar, con un recipiente debajo,
donde irá cayendo la leche que estrujemos de la bolsita. No dejen de estrujar
hasta la última gota de leche, es ahí donde están los nutrientes más
concentrados.
La pasta que queda dentro de la malla
se puede usar para untar, para algún postre, para mezclar con la avena, aliñar
para algún aperitivo o espolvorear en la ensalada.
Para la leche de avena hay que remojar
desde la noche anterior 2 tazas en vez de 1, y luego seguir el mismo
procedimiento.
Las leches pueden durar dos a tres días
en el refrigerador, idealmente en frascos de vidrios tapados. Y la pasta de
almendras que queda, dura más días aún en el refrigerador.
Ahora que ya tienen la receta, compren
sus almendras, pónganlas a remojar y preparen su leche!!
Se las recomiendo, pruébenla!!
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